del Episcopado Argentino
1 El Año de la fe que
hemos iniciado nos convoca a renovar nuestra fe en el Dios vivo y verdadero con
una conciencia agradecida por el don recibido. Desde los orígenes de nuestra
nacionalidad la fe cristiana fue transmitida en el ejercicio de la misión de la Iglesia , en el seno de las
familias y por medio de sus proyecciones en la cultura de nuestro pueblo. Por
eso, damos gracias por la fe de tantos argentinos que, a lo largo de nuestra
historia, han sido testigos del Evangelio y ciudadanos ejemplares. El centro de
la fe cristiana es Jesucristo el Hijo de Dios hecho hombre, nuestro herma-no y
nuestro Redentor que nos ha revelado el amor del Padre y nos ha comunicado el
Espíritu Santo, fuente de renovación y de unidad. Al profesar con alegría y
entusiasmo la fe expresamos nuestro deseo de difundirla y compartirla, de
encarnarla en nuestra vida y en todas sus manifestaciones. Benedicto XVI al
invitarnos a celebrar este tiempo de conversión, de reflexión sincera y de
nueva adhesión al Señor nos ha recordado que la fe no puede quedar recluida en
lo íntimo del corazón, sino que tiene una dimensión pública: requiere ser
manifestada con coherencia en nuestras opciones temporales.
2. Jesucristo, Señor
de la historia, te necesitamos Invocamos a Jesucristo como Señor de la
historia, y reconocemos que tenemos necesi-dad de Él, de su luz, de su perdón y
de su gracia, para edificar la comunidad humana en la verdad, la justicia y el
amor, según el plan de Dios. Varias veces, haciéndonos eco de una convicción
ampliamente extendida, hemos afirmado que nos encontramos sumidos en una
profunda crisis moral, que revela que la fe no impregna plenamente nuestro
estilo de vida. Lo manifestamos en la oración que rezamos por la patria, al
decir: Nos sentimos heridos y agobiados. Esta dolorosa situación se refleja en
todos los órdenes de la vida nacional. Podemos salir de ella mediante la
conversión a Dios, el único Señor, abandonando el pecado y asumiendo el
compromiso de cumplir sus mandamientos: "amarás al Señor tu Dios con todo
tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas.
Amarás a tu prójimo como a ti mismo".
3 . Este doble
mandamiento del amor inspira el ejercicio de la justicia, que es la virtud
básica de la vida social. Queremos ser nación Como señala Benedicto XVI, en
este Año "será decisivo volver a recorrer la historia de nuestra fe, que
contempla el misterio insondable del entrecruzarse de la santidad y el
pecado".
4 . Estas palabras
del Santo Padre nos interpelan, especialmente cuando miramos la vida de nuestra
patria. Así como hemos dado gracias por la fecundidad de la fe en Argentina,
también nos sentimos movidos a un examen de conciencia, a la conversión y a una
purificación del corazón. La patria es un don de Dios confiado a nuestra
libertad. Un regalo que debemos cuidar y perfeccionar.
5 . Es esperanzador
constatar que, no obstante tantas dificultades, sigue vivo en el alma de
nuestro pueblo el deseo de ser nación y de construir juntos un proyecto de
país. La fe nos alienta a revisar nuestra vida personal y social a la luz de
Jesucristo. Él es la Verdad
que nos hace libres. El encuentro con el Señor despierta en el corazón del
hombre aquellas energías espirituales y morales que necesitamos para fortalecer
nuestro compromiso ciudadano. Aspiramos a ser una nación cuya identidad sea la
pasión por la verdad y el compromiso por el bien común. Con todos los
discípulos misioneros de Jesús en Argentina ya estamos transitando los caminos
de la nueva evangelización. Como pastores renovamos nuestro compromiso con el
anuncio del Evangelio. Es el principal servicio que podemos ofrecerle a la
sociedad argentina. Danos la valentía de la libertad de los hijos de Dios, para
amar a todos sin excluir a nadie El Hijo de Dios, al encarnarse, tomó la
condición de servidor.
6 . En este Año de la
fe, Él nos invita a ser plenamente libres, haciéndonos como Él servidores los
unos de los otros, superando tanto el egoísmo, como actitudes meramente
partidistas. Todos los habitantes de nuestra patria necesitan sentirse
respaldados por una dirigencia que no piense solo en sus propios intereses,
sino que se preocupe prioritariamente por el bien común. "La felicidad
está más en dar que en recibir".
7 . Recordamos, una
vez más, que este servicio al bien común requiere una dedicación generosa a
promover la dignidad de nuestros hermanos más pobres en su vida personal y
familiar, para que sean protagonistas de su propio desarrollo integral. La
educación y el trabajo siguen siendo los instrumentos que les permiten a las
personas y a las comunidades ser artífices de su propio destino. Los obispos
argentinos, reunidos en nuestra 104 Asamblea Plenaria, hemos repasado con honda
preocupación algunos síntomas de la persistencia de esta crisis moral y
cultural. Compartimos algunos de ellos:
1. La dignidad de la
vida desde la concepción hasta su término natural es la base de todos los
derechos humanos. Reiteramos, una vez más, que el ordenamiento jurídico debe
respetar el derecho a la vida.
2. La familia,
fundada sobre el matrimonio entre varón y mujer, es un valor arraigado en
nuestro pueblo. Anterior al estado, es la base de toda la sociedad y nada puede
reemplazarla. Vemos con preocupación una corriente cultural y un conjunto de
iniciativas legislativas que parecen soslayar su importancia o dañar su
identidad.
3. Los padres son los
primeros responsables de la educación de sus hijos. Tienen el derecho de que el
sistema educativo no les imponga contenidos contrarios a sus convicciones
morales y religiosas. Deseamos que toda la sociedad tome una mayor conciencia
de la necesidad de mejorar el sistema educativo, de modo tal, que los más
pobres sean sus principales beneficiarios. La necesaria preparación para la
vida cívica de niños y jóvenes debe excluir la politización prematura y
partidista de los alumnos.
4. Constatamos una
angustia generalizada en nuestro pueblo por la vida de los jóvenes. Es enorme
la cantidad de ellos que no estudian ni trabajan: ésta es una de las hipotecas
sociales más desafiante para los argentinos.
5. La droga se
extiende por el crecimiento del crimen del narcotráfico y la red de
complicidades que lo sustentan. Pensamos que ésta es una de las causas
principales de la proliferación del delito y de la consiguiente inseguridad.
6. A casi treinta años de la democracia, los
argentinos corremos el peligro de dividirnos nuevamente en bandos
irreconciliables. Se extiende el temor a que se acentúen estas divisiones y se
ejerzan presiones que inhiban la libre expresión y la participación de todos en
la vida cívica. Concédenos la sabiduría del diálogo Toda sociedad tiene
conflictos. La democracia, tal como lo refleja la doctrina social de la Iglesia , no se construye
agudizándolos, sino concretando los ideales de una verdadera amistad social.
Algunas sombras nos han perseguido a lo largo de nuestra historia, que en
distintos momentos han acentuado su intensidad e impedido una vigencia más
plena del orden democrático. Una es el excesivo caudillismo, que atenta contra
el desarrollo armónico de las instituciones, acentúa su deterioro y menoscaba
la autonomía de cada uno de los poderes del estado, tanto en el orden nacional
como provincial. Esto es particularmente delicado cuando se trata de la
independencia del Poder Judicial. Otra sombra es la oposición entre las
visiones unitaria y federal de la nación, la cual se extendió fuertemente en
los albores de nuestra patria, e intermitentemente se manifiesta en distintos
momentos de la historia. Cuando en nuestra oración por la patria decimos que queremos
ser nación expresamos un anhelo claramente manifiesto en nuestra Constitución.
Queremos ser una nación basada efectivamente en un sistema republicano,
representativo y federal. Llegando la Navidad los argentinos debemos recordarnos la
deuda pendiente de nuestra reconciliación. Se hace cada vez más necesario
generar contextos de encuentro, de diálogo, de comunión fraterna que nos
permitan reconocernos y tratarnos como hermanos, aborre-ciendo el odio y
construyendo la paz. El niño que María recuesta en el pesebre es el Señor de la
historia. A Él volvemos a dirigirle nuestra plegaria: "Jesucristo, Señor
de la historia, te necesitamos." A la Virgen María , Nuestra
Señora de Luján, le confiamos nuestras inquietudes y ponemos en sus manos
nuestras esperanzas.
104ª Asamblea
Plenaria Año de la Fe.
Adviento 2012
1. Flp 2,2.4
2. Benedicto XVI,
Porta fidei 10
3. Mc 12,30-31
4. Benedicto XVI,
Porta fidei 13
5. Cf. CEA, Hacia un
Bicentenario en justicia y solidaridad 11
6. Cf. Flp 2,7
7. Hch 20,35
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