del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral
S.E. el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson
26-6-2018
Hoy, 26 de junio, se celebra el Día Internacional de
la Lucha contra el Uso indebido y el Tráfico ilícito de Drogas, instituido por
las Naciones Unidas el 7 de diciembre de 1987 para fortalecer la acción y la
cooperación, a nivel nacional e internacional, de contrarrestar y promover un mayor
conocimiento del fenómeno.
Del World Drug Report 2017 de la ONUDD 2017, se
desprende que, en 2015, alrededor de 250 millones de personas en todo el mundo
habían consumido drogas y, de ellas, 29.500.000 padecían trastornos causados por
su consumo. En particular, entre los 12 millones de personas que usaban drogas
inyectables, más de la mitad (6.100.000) se veían afectadas por la hepatitis C,
mientras que 1.300.000 vivían sea con la hepatitis C que con el virus VIH /
SIDA. Son numerosos los daños causados por el uso y abuso de estupefacientes no solo para la salud sino
también para el desarrollo, la paz y la seguridad en todas las regiones del
mundo [1].
El drama desgarrador
de las drogas es un mal que amenaza la dignidad y la libertad de acción
de cada persona y rompe progresivamente la imagen que el Creador ha moldeado en
nosotros. Esta lacra debe ser firmemente condenada porque está alimentada por
hombres sin escrúpulos, que, cediendo a la tentación del dinero fácil, siembran
muerte truncando esperanzas y destruyendo muchas familias[2].
La droga es una herida infligida a nuestra sociedad, que
atrapa a muchas personas en una espiral de sufrimiento y alienación. Son muchos
los factores que empujan a la
dependencia de las drogas, como la
exclusión social [3], la ausencia de la familia, la presión social, la
propaganda de los traficantes, el deseo de vivir nuevas experiencias.
Es importante promover una cultura de solidaridad y
subsidiariedad orientada al bien común; una cultura que se oponga al egoísmo y
a la lógica utilitaria y económica, y que, en cambio, se incline hacia el otro
para escucharlo, en un camino de encuentro y relación con nuestro prójimo,
sobre todo cuando es más vulnerable y frágil, como es quien hace abuso de
drogas. Como señala el Papa Francisco, "cada drogodependiente trae consigo una historia personal diferente,
que debe ser escuchada, comprendida, amada y, en la medida de lo posible,
curada y purificada. No podemos caer en la injusticia de catalogar al
drogodependiente como si fuera un objeto
o un mecanismo roto; cada persona debe ser valorada y apreciada en su dignidad para que pueda ser curada”. [4]
Los jóvenes son las primeras víctimas de las drogas.
Inmersos en una sociedad relativista y hedonista, reciben propuestas
alienantes: de los valores, de una realidad concreta y encaminada hacia la
plena realización de uno mismo. Las nuevas generaciones viven a menudo en una
forma "virtual" [5], que les ofrece "un amplio abanico de
opciones para alcanzar una felicidad efímera, que al final se convierte en
veneno que corroe, corrompe y mata. La persona poco a poco se destruye y con
ella destruye a todos los que la rodean. El deseo inicial de fuga, en busca de
una felicidad momentánea, se convierte en la devastación de la persona en su
integridad, con repercusiones en todos los estamentos sociales" [6].
Está claro, como afirma el Papa Francisco, que en
muchos casos estas formas de dependencia no son una consecuencia de haber
cedido a un vicio, sino un efecto de las dinámicas de exclusión: "¡Hay
todo un armamento mundial de droga que está destruyendo a esta generación de
jóvenes destinada al descarte!". [7]
Debemos proponer a nuestros jóvenes programas
educativos eficaces y concretos, que desarrollen su potencial y eduquen sus
corazones a la alegría de la profundidad, no de la superficialidad [8]. En el
proceso de ayuda es importante la relación humana ya que "la llamada a la
alegría y a la vida en plenitud se sitúa
siempre dentro de un contexto cultural y de relaciones sociales". [9]
Aunque la prevención sea el camino prioritario, es
importante trabajar para la rehabilitación de las víctimas de las drogas en la
sociedad, para devolverles la verdadera alegría de vivir, [10] para que no se
sientan discriminadas o estigmatizadas, sino aceptadas y comprendidas, para un
camino de renovación interna encaminado a la búsqueda del bien.
Nunca debemos olvidar que "aunque la vida de una
persona haya sido un desastre, aunque esté destruida por los vicios, la droga o
cualquier otra cosa, Dios está en su vida". [...] Aunque la vida de una
persona sea un terreno lleno de espinas y malas hierbas, siempre hay un espacio
en el que puede crecer la buena semilla. Debemos confiar en Dios [11]. Ejemplo
de ello son los muchos jóvenes que, deseosos de escapar de la dependencia de la
droga, se comprometen a reconstruir su vida, mirando al porvenir con confianza.
Ciudad del Vaticano, 26 de junio de 2018
[1]
Oficina de las Naciones Unidas para el control de las drogas y la prevención
del crimen, World Drug Report 2017, vol. 1 p. 9, 11.
[2]
Cf. Francisco, Homilía en la santa misa, con motivo del viaje apostólico del
Santo Padre a Colombia, zona portuaria de Contecar (Cartagena de Indias) 10 de
septiembre 2017.
[3]
Cf. XV Asamblea General ordinaria, Los jóvenes, la fe y el discernimiento
vocacional, Instrumentum Laboris, Ciudad
del Vaticano 2018, n. 7.
[4]
Francisco, Discurso a los participantes en el encuentro promovido por la
Pontificia Academia de las Ciencias sobre “Narcotics: problems and solutions of
this global issue”, 24 noviembre 2016
[5]
Cf. Francisco, Encuentro con la diócesis de Roma, basílica de San Juan de
Letrán, 14 de mayo 2018
[6]
Francisco, Discurso a los participantes en el encuentro promovido por la
Pontificia Academia de las Ciencias sobre “Narcotics: problems and solutions of
this global issue”, 24 noviembre 2016
[7]
Cf. XV Asamblea General ordinaria, Los jóvenes, la fe y el discernimiento
vocacional, Instrumentum Laboris, Ciudad
del Vaticano 2018, n. 50
[8]
Cf. Francisco, Discurso durante el encuentro con el Comité Directivo del CELAM,
Bogotá 7 septiembre 2017
[9]
Cf. XV Asamblea General ordinaria, Los jóvenes, la fe y el discernimiento
vocacional, Instrumentum Laboris, Ciudad
del Vaticano 2018, n. 9.
[10]
Francisco, Discurso a los participantes en el encuentro promovido por la
Pontificia Academia de las Ciencias sobre “Narcotics: problems and solutions of
this global issue”, 24 noviembre 2016
[11]
Francisco, Mensaje firmado por el cardenal Secretario de Estado, Pietro
Parolin, con motivo del XXXVI Meeting per l’amicizia fra i popoli, 17 agosto
2015.
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