El Papa Francisco
habla del trabajo, del paro, de la solidaridad y del trabajo esclavo
El Papa
Francisco habla del trabajo, del paro, de la solidaridad y del trabajo esclavo
durante la catequesis de la audiencia general del miércoles 1 de mayo, día
internacional del Trabajo
En el Evangelio de
san Mateo, en uno de los momentos en que Jesús vuelve a su país, a Nazaret, y
habla en la sinagoga, se Surabaya el asombro de sus paisanos por su sabiduría y
la pregunta que se plantean: ¿No es este el hijo del carpintero? (13,55). Jesús
entra en nuestra historia, viene en medio de nosotros, naciendo de María por
obra de Dios, pero con la presencia de san José, el padre legal que lo custodia
y le enseña también su trabajo. Jesús nace y vive en una familia, en la Santa Familia ,
aprendiendo de san José el oficio de carpintero, en el taller de Nazaret,
compartiendo con él el empeño, la fatiga, la satisfacción y también las
dificultades de cada día.
Ello nos recuerda la
dignidad y la importancia del trabajo. El Libro del génesis narra que Dios creó
el hombre y la mujer confiándoles la tarea de llenar la tierra y de dominarla,
que no significa explotarla, sino cultivarla y custodiarla, cuidarla con la
propia obra (cfr. Gen 1,28 – 2,15). El trabajo forma parte del plan de amor de
Dios ¡nosotros estamos llamados a cultivar y custodiar todos los bienes de la
creación y de este modo participamos en la obra de creación! El trabajo es un
elemento fundamental para la dignidad de una persona. El trabajo – para usar
una imagen, nos ‘unge’ de dignidad, nos llena de dignidad; nos hace semejantes
a Dios, que ha trabajado y trabaja, actúa siempre (cfr. Jn 5,17); da la
capacidad de mantenerse a sí mismos, a la propia familia, de contribuir al
crecimiento de la propia nación.
Y aquí pienso en las
dificultades que, en varios países, encuentra hoy el mundo del trabajo y de la
empresa; pienso en cuantos, y no sólo jóvenes, están desempleados, muchas veces
debido a una concepción economicista de la sociedad, que busca el provecho
egoísta, más allá de los parámetros de la justicia social.
Deseo dirigir a todos
la invitación a la solidaridad y a los responsables de la cosa pública la
exhortación a que realicen todo esfuerzo para dar nuevo impulso a la ocupación;
ello significa preocuparse por la dignidad de la persona; pero sobre todo
quisiera decir que no hay que perder la esperanza; también san José también
tuvo momentos difíciles, pero nunca perdió la confianza y supo superarlos, en
la certeza de que Dios no nos abandona
Y luego quisiera
dirigirme en particular a ustedes chicos y chicas, y jóvenes: empéñense en su
deber cotidiano, en el estudio, en el trabajo, en las relaciones de amistad, en
la ayuda a los demás; el porvenir de ustedes depende también de cómo saben
vivir estos años preciosos de la vida. No tengan miedo del compromiso, del
sacrificio y no miren con miedo al futuro, mantenga viva la esperanza: siempre
una luz en el horizonte.
Añado una palabra
sobre otra situación de trabajo que me preocupa: me refiero a lo que podríamos
definir como el ‘trabajo esclavo’, el trabajo que esclaviza. Cuántas personas,
en todo el mundo, son víctimas de este tipo de esclavitud, en la que es la
persona la que sirve al trabajo, mientras debe ser el trabajo el que brinde un servicio
a las personas para que tengan dignidad. Pido a los hermanos y hermanas en la
fe y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad una opción decidida contra
la trata de personas, dentro de la cual figura el ‘trabajo esclavo’.
Ecclesia, 1-5-13
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