RAFAEL ZORNOZA BOY OBISPO DE CÁDIZ Y CEUTA
COMUNICADO
En relación con las declaraciones aparecidas en
diferentes medios en referencia a la denegación o aceptación como padrino de
bautismo de una persona que se presenta como transexual, tengo el deber
pastoral de manifestar pública y definitivamente lo siguiente:
Los padrinos del Sacramento del Bautismo asumen, ante
Dios y su Iglesia y en relación con el bautizado, el deber de cooperar con los
padres en su formación cristiana, procurando que lleve una vida congruente con
la fe bautismal y cumpla fielmente las obligaciones inherentes. En vista de esa
responsabilidad, el Catecismo de la Iglesia Católica pide que los padrinos
sean “creyentes sólidos, capaces y prestos a ayudar al nuevo bautizado … en su
camino de la vida cristiana”(CEC, n. 1255). Por todo ello, al ser una función
eclesial la ley de la Iglesia exige, entre otras condiciones, que sólo sea
admitido como padrino o madrina quien tenga capacidad para asumir seriamente
estas responsabilidades y lleve un comportamiento congruente con ellas (cf.CIC,
can. 874 §1, 3). Si no fuera posible hallar una persona que reúna las
cualidades necesarias, el párroco puede conferir el Bautismo sin padrinos, que
no son necesarios para celebrar este Sacramento.
Ante la confusión provocada entre algunos fieles al
haberme sido atribuidas palabras que no he pronunciado, y por la complejidad y
relevancia mediática alcanzada por este asunto, teniendo en cuenta las
posibles consecuencias pastorales de cualquier decisión al respecto, he
elevado una consulta formal ante la Congregación para la Doctrina de la Fe,
cuya respuesta ha sido: “Sobre este particular le comunico la imposibilidad de
que se le admita. El mismo comportamiento transexual revela de manera pública
una actitud opuesta a la exigencia moral de resolver el propio problema de
identidad sexual según la verdad del propio sexo. Por tanto resulta evidente
que esta persona no posee el requisito de llevar una vida conforme a la fe y al
cargo de padrino (CIC can 874 §3), no pudiendo por tanto ser admitido al cargo
ni de madrina ni de padrino. No se ve en ello una discriminación, sino
solamente el reconocimiento de una objetiva falta de los requisitos que por su
naturaleza son necesarios para asumir la responsabilidad eclesial de ser
padrino”.
En efecto, el Papa Francisco ha afirmado en varias
ocasiones, en continuidad con el Magisterio de la Iglesia, que esta conducta es
contraria a la naturaleza del hombre. En su última encíclica acaba de
escribir: “La ecología humana implica también algo muy hondo: la necesaria
relación de la vida del ser humano con la ley moral escrita en su propia
naturaleza, necesaria para poder crear un ambiente más digno. Decía Benedicto
XVI que existe una «ecología del hombre» porque «también el hombre posee una
naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo». En esta
línea, cabe reconocer que nuestro propio cuerpo nos sitúa en una relación
directa con el ambiente y con los demás seres vivientes. La aceptación del
propio cuerpo como don de Dios es necesaria para acoger y aceptar el mundo
entero como regalo del Padre y casa común, mientras una lógica de dominio
sobre el propio cuerpo se transforma en una lógica a veces sutil de dominio
sobre la creación. Aprender a recibir el propio cuerpo, a cuidarlo y a
respetar sus significados, es esencial para una verdadera ecología humana.
También la valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es
necesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente. De
este modo es posible aceptar gozosamente el don específico del otro o de la
otra, obra del Dios creador, y enriquecerse recíprocamente. Por lo tanto, no
es sana una actitud que pretenda «cancelar la diferencia sexual porque ya no
sabe confrontarse con la misma»” (Laudato si, n.155).
Por este motivo, se ha hecho saber a los interesados
no puede aceptarse su solicitud.
La Iglesia acoge a todas las personas con caridad
queriendo ayudar a cada uno en su situación con entrañas de misericordia,
pero sin negar la verdad que predica, que a todos propone como un camino de fe
para ser libremente acogida.
Cádiz, 1 de septiembre de 2015.
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